Darval y Nelfina. Fotografía bordada. Autor: Dimas Melfi

Mares de té, islas de azúcar/Dimas Melfi
Museo Provincial de Bellas Artes Laureano Brizuela
Apertura viernes 10 de octubre de 2014


Por la ventana del avión se ve un mar azul y profundo que se pierde en el horizonte, allí donde las dudas se convierten en certezas. Miro un plano y marco el recorrido hacia mi destino; leo y releo los nombres de cada geografía: Océano Sindudas, Costa de las Casualidades, Cabo de los Suspiros, Desierto de los Bostezos, Cerro Mazapán, Cordillera de Diamantes, Archipiélago de los Caprichos e Isla del Azar, estos últimos los remarco, son mi destino. 
La tarde se había oscurecido y en el Mar Sindudas aparecía la Isla del Azar, allí donde siempre vas. Una vez descendido tome rumbo a Puerto de las Promesas, en el trayecto se podía percibir el paso del paisaje urbano a un estado de plena naturaleza. Iba sonando Troublemaker primero y después On the Sea de Beach House, mientras sentía como  la naturaleza iba metiéndose dentro mío. Las primeras imágenes del lugar eran un pequeño caserío, de madera, la mayoría, cobijados por un manto de vegetación intensa. Eran pinos de muchos colores, desde rojos y violetas hasta  verdes y azules, diferentes trazos configuraban sus copas. 
Llegue a la tarde, estaba nublado, hacia frio, me estaban esperando. La casa era pequeña y como me la había imaginado, un chalet de madera y techos de tejas, emplazada sobre un peñasco y rodeada de muchas flores, había poca luz, pero era muy acogedora. La mesa estaba en el centro del espacio principal, estaba servido el té, caliente, esperándome. Mientras tomábamos el té en silencio, los gatos murmuraban, había varios, todos tenían nombre, y parecían que se comunicaban. Hablar, mirar, degustar, oler, escuchar, disfrutar, relajar, sonreír, compartir, son acciones que implican tomar el té. Hoy, tomar él te se convertirá en una acción artística, donde cada uno ofrece algo de si, le da sentido a ese momento, incluso los gatos, ellos también son parte.
Al otro día, bien temprano, iniciamos el recorrido por la Ruta de las cucharas Perdidas, el Parque de Variedades, el Bosque Melancolía, la Costa Incertidumbre, el Monte Misceláneo y por último    la Playa del Siempre Jamás, lugares de sentido y de sentimientos donde todo se mezcla, donde personas con los ojos dibujados sin pupilas mutan con gatos y personajes del bosque, donde el pasado y el presente se confunden y en donde tomar el té es el principio y final de todo.

Mares de té, islas de azúcar es un lugar, allí lejos, lejos allí, donde dominan los sentidos, los sentimientos y en donde todos podemos estar por unos momentos…

German Bormann
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